Meditaciones sobre el trabajo.
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”. Génesis 2:15
He escuchado varias veces las palabras “El trabajo dignifica al hombre”, y aunque estoy de acuerdo con esta premisa, no me había puesto a meditar sobre ella.
En realidad, según los principios que vemos en Génesis, el trabajo en realidad si proporciona al hombre cierta dignidad y provee un sentimiento de dignidad en el individuo; por eso si en el trabajo, alguien es humillado, entonces el trabajo en lugar de ser una bendición, se vuelve una carga y casi una maldición, ya que no está cumpliendo su propósito de traer ese valor al individuo. ¿De qué valor estoy hablado?, pues de su estatus de mayordomo de Dios sobre su creación.
Si el trabajo hace la diferencia entre el hombre (mayordomo de la creación) y la bestia (creación a ser administrada) entonces no se le debe quitar al hombre su dignidad haciéndole trabajar como bestia o tratándole como a una; por eso la esclavitud es algo que Dios no aprueba.
El trabajo es una herramienta que Dios ha proporcionado al hombre para su propio sustento, pero también para recordarle el carácter y propósito de su existencia. No es una bestia, el gobierna sobre las bestias; no es un intruso, un error de la naturaleza o una casualidad, pero tampoco es el dueño de nada, es un administrador de lo que Dios ha puesto en sus manos. No puede descuidar lo que se le ha dado, sino administrarlo bien, porque todo viene de la mano de Dios, la creación tuvo un origen divino, por lo tanto, todo lo que el hombre tiene bajo su cuidado, si no lo cuida, si lo malgasta o arruina, indirectamente está insultando a Dios, porque es su obra la que está siendo destruida.
El trabajo es una de las facetas del gobierno y el dominio que Dios le dio al hombre, no es una maldición, ya que fue instituido por Dios antes de la caída (ver Génesis capítulo 3, sobre la caída del hombre). Por maldición del pecado, el trabajo y el fruto del mismo, no gozarán de la bendición de Dios, ya que el pecado ha venido a corromper el verdadero propósito del trabajo y los resultados del mismo.
El trabajo necesita estar bajo la misma esfera de redención del trabajador; es decir que si el hombre es redimido de su pecado, esta redención debe extenderse a la obra de sus manos, a su trabajo, regresando al propósito original del mismo.
¿Cuál es el propósito original del trabajo?
“Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» También les dijo: «Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento”. Génesis 1:27-29 (NVI)
“Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara,” Génesis 2:15 (NVI)
Traer dignidad al hombre, otorgándole el carácter de representante de Dios en la tierra, puesto para administrarla y cuidarla.
Proporcionar sustento al hombre, ya que del fruto de su trabajo es de donde se alimentará.
Traer la gloria a Dios, porque tiene instrucciones de sojuzgar la tierra o someterla, pero no a sí mismo, sino para Dios. En otras palabras la creación alaba a Dios, pero en esta orquesta el hombre fue puesto como el director.
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