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Mostrando entradas de enero, 2011

Ayuno (2a parte)

El Ayuno Es uno de los tres ejercicios espirituales que observamos en el sermón del monte (Mateo 5, 6 y 7). El ayuno conlleva el enfoque de experimentar más de Dios y de su amor, llegar a conocerle más, y alinearme con sus propósitos para mi vida. I. Consejos Prácticos para obtener los mayores beneficios del Ayuno Beneficios Espirituales. El ayuno me ayuda a poner a Dios en primer lugar en mi vida (Marcos 12:13; Juan 4) Es una gracia para roper con la dependencia de cosas secundarias y estimulantes. El ayuno aumenta mi capacidad de Dios (Efesios 3:16-19) El poder, el amor y la revelación de Dios me transforman, ayunar es dar oportunidad a que esto suceda. El ayuno me conecta con Dios y sus realidades (Mateo 6:8) Ayunamos con el propósito de interactuar con el mismo Dios. El ayuno me provoca más hambre de Dios (Salmos 27:4; 63:1-3; Juan 6:32-35) El hambre física me sensibiliza a lo espiritual, abro una puerta a recompensas superiores en Dios. Beneficios Natur

Ayuno (1a Parte)

EL Ayuno o Ayunar   Es un ejercicio espiritual en el que un individuo o una comunidad se abstienen de consumir alimentos, Aunque puede tomar otras formas.  El propósito al ayunar es  colaborar con los propósitos de Dios para mi vida. En la Biblia vemos que las personas ayunaban por diversas razones. Por ejemplo: para prepararse antes de recibir un mensaje de Dios y antes de ir a cumplir una misión especial de Dios. Pero lo hacían también con motivo de la muerte de un ser querido y para implorar la ayuda de Dios o para pedir perdón. EL AYUNO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO. 1. Existen muchos pasajes del Antiguo Testamento que presentan el ayuno en un contexto de luto, tristeza y humillación, un ejemplo está en: 2ª Samuel 1:12 “Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatan su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada” . 2. Hay otros pasajes del Antiguo Testamento que presentan el ayuno en forma de penitencia o d

El cumplimiento del propósito divino.

En días pasados seguramente fuiste invitado a alguna representación navideña, pastorela o nacimiento; se habla mucho de pasajes bíblicos respecto a la anunciación y el propósito de la venida de Cristo al mundo. En una manera más detallada tuve la oportunidad de estudiar la vida de Jesús y estos pasajes mencionados, porque enseñé un curso de evangelios sinópticos. En esta clase se ven con detenimiento los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas; con la finalidad de encontrar una armonía de estos tres registros de la historia de nuestro Señor. Dentro de este estudio, siempre me ha fascinado la historia de Juan el bautista, desde el anuncio de su nacimiento hasta su muerte. Pero estos días encontré algo que no había observado. Dice Lucas: “En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón. Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del

Un silbo apacible y delicado

Después de reuniones familiares, jolgorios, comilonas y las largas horas de tirarse a   la holgazanería, tal vez resulte un poco trabajoso volver a la rutina diaria. Tú sabes de lo que estoy hablando   ¿Verdad? Volver a los horarios, al ritmo cotidiano, al paso acostumbrado, puede que requiera un poco más de concentración que la que se necesita para cambiarle al televisor con el control remoto. Pero tal vez nada sea tan importante como volver a escuchar ese silbo apacible y delicado. Es que en medio de todo el ruido, en el escándalo de lo que ocurre, con el volumen de nuestras sensaciones a toda su capacidad; y si a esto le agregas algunos parientes o vecinos ruidosos, prácticamente tienes una rockola en tu cabeza sonando durante estas fechas a todo volumen.  Todo eso que escuchamos en ocasiones puede ocultar el precioso silbo apacible y delicado que reconocemos y que significa tanto para nuestra vida. Esta mañana recordé ese pasaje de la escritura en 1º de reyes 19:11-13. “Él le