Ha llegado el momento que Israel esperaba. La elección de un rey
señalado por Dios. Tres cosas ocurren en este proceso.
La
primera es que el profeta Samuel unge a Saúl[1] el hijo de
Cis para dicha labor.
La
segunda es que delante de todos, si manipulación, ni fraude, ni boletas
alteradas, Dios escoge al rey delante de todo el pueblo[2].
La
tercera, es que llegado el momento, Saúl prueba su valía[3].
En
el proceso, según la Biblia, las reacciones de Saúl aún no podrían vaticinar su
caída; por el contrario, a cada paso la mano de Dios está sobre él y el
testimonio de todos los que lo viven es de confirmación.
El
escritor bíblico nos da una narración de los hechos, sin ocultar nada. Saúl tal
vez muestra cierta inseguridad escondiéndose entre el equipaje el día de su
elección[4]; y ante la
amenaza de un enemigo de Israel, es posible que tuviera un arrebato de ira[5]. Pero
hasta este momento no podemos decir que su proceder fuera "pecaminoso".
Definitivamente
en este momento, Saúl muestra más virtudes de las que podríamos encontrar en
otros personajes bíblicos[6].
Vamos,
nada aquí me podría preparar para el final de su historia. Esta es una historia
de éxito hasta este momento. Que daría cualquiera por llegar a este punto en su
historia personal.
El
profeta ahora está a punto de realizar el cambio, de una teocracia (el gobierno
de Dios) a una monarquía (el gobierno de un monarca), y todo marchaba bien.
Continuará…
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