Creo que el ser humano es una criatura de hábitos y desarraigarlos a veces se puede volver una tarea cercana a lo imposible.
Para algunos de nosotros (me incluyo por supuesto) algunas de nuestras rutinas parecen estar grabadas en piedra, son como las tablas que recibió Moisés en el monte.
Estos hábitos o rutinas son ley para nosotros; a veces ni siquiera han sido por propia elección, sencillamente se fueron grabando desde hace cientos de años para ti y para mi. Poco a poco, siendo esculpidas en piedra, con cada día que pasaba una nueva cincelada sobre la roca y así se iba escribiendo con lujo de detalle lo que hoy es nuestra vida cotidiana.
Hablo de rutinas, costumbres, hábitos que quizás han estado en tu familia por mil generaciones, desde las rutinas de desayuno, hasta la tradición familiar de los cumpleaños; del hábito de usar cierto tipo de pijama al acostarse, hasta el condimento más recurrente en la cocina de tu abuelita que heredó tu mamá y que solicitas a tu esposa que aprenda para “no extrañar” esa sazón.
Por eso pregunto ¿El cambio de verdad es posible?
Por otro lado, si eres un creyente en Jesucristo, entonces tu y yo ya hemos experimentado quizás el que podría considerarse el cambio más grande de toda tu vida.
Hablo por supuesto del nuevo nacimiento, el cambio de muerte a vida, de una vida dominada por el pecado a una vida que ahora quiere y busca agradar a Dios.
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”. (2ª Corintios 5:17 NVI)
¿El cambio es posible? Para un creyente, no solo es posible, es alcanzable, es parte de tu nueva naturaleza. ¡Claro que es posible el cambio!
En medio de una temporada donde muchas cosas se están sacudiendo, donde las cosas que parecían inconmovibles ahora están cambiando y se están reinventando. El creyente puede florecer, porque el verdadero discípulo de Cristo sabe que el único inconmovible es Dios y todas las demás cosas pueden ser sacudidas, pero nuestra fe y nuestra confianza está firmemente plantada sobre la roca.
“Con paciencia esperé que Dios me ayudara; entonces él oyó y escuchó mi clamor. Me sacó del abismo de la desesperación, del pantano y del lodo; puso mis pies sobre senda dura y firme, y me fortaleció mientras yo proseguía mi camino. Me ha dado un nuevo cántico para que lo entone, con alabanzas a nuestro Dios. Ahora muchos oirán de las cosas admirables que él hizo; maravillados estarán ante el Señor, y en él pondrán su confianza”. (Salmos 40:1-3 NBV)
¿Cree usted que cosas como la personalidad o el temperamento pueda ser cambiado por Dios? Por ejemplo que una persona introvertida pueda llegar a disfrutar de socializar con hermanos en la fe.
ResponderEliminar