En esta época del año es común escuchar mensajes donde se sataniza a Judas Iscariote, se critica duramente a Pedro y se habla mal de Tomás, la razón es la traición de Judas, la negación de Pedro y la incredulidad de Tomás.
Dos de ellos de alguna manera “redimieron” su error por su actuación posterior, aunque debemos apuntar a la iniciativa de la misericordia divina y la respuesta de Pedro y de Tomás que les reintegra a la narrativa bíblica.
No así Judas Iscariote que a pesar del amor de Dios extendido hacia él, rehúsa arrepentirse y toma su destino en sus propias manos. Respecto de esa decisión mi mente siempre regresa a esos versículos de Génesis.
“Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante? Si haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te codicia, pero tú debes dominarlo.” (Génesis 4:6-7 LBLA)
El punto es que a menudo se tiene el proceder de estos tres discípulos como una verdadera “canallada” en los labios de algún apasionado predicador, pero olvidamos que nadie es exento de cometer alguna barbaridad.
Y no estoy hablando de alguien que sus pasos le llevan continuamente (por decisión personal) lejos de la voluntad de Dios, me refiero a nosotros, los que aspiramos a ser llamados discípulos del nazareno.
Estos tres discípulos caminaron con el maestro tres años y medio, día y noche viviendo, comiendo y peregrinando junto a su Señor.
Quizás algunos de nosotros llevamos más de tres años a su lado, pero eso no nos exenta de equivocarnos, traicionarle con nuestro proceder, negarle con nuestras actitudes y mostrarnos incrédulos ante su voluntad para nuestra vida.
La próxima vez, no juzgues tan duro a los discípulos de Jesús, recuerda que tú también eres un discípulo y aún tenemos mucho que aprender y recorrer en este camino, recuerda las palabras del apóstol Pablo.
“Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga.” (1ª Corintios 10:12 LBLA)
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