Quisiera comenzar diciendo algo que todos debemos reconocer siempre; que todos los días son de nuestro Señor, porque Dios es el dueño de todo y de Él recibimos cada mañana nueva misericordia (Libro de Lamentaciones 3:23).
Sin embargo, algunas personas dicen que los cristianos cometen un grave error al reunirse el domingo y no el sábado, argumentando que el domingo no es “El Día del Señor” como se instituyó en la ley dada a Moisés en el monte (Éxodo 20, el día de reposo es el tercer mandamiento del decálogo).
Si consideramos el calendario que regía al pueblo de Israel en la época de Moisés, antes de que se implementara tal día de reposo y las muchas otras festividades, entonces debemos poner atención a lo siguiente: “Las civilizaciones más antiguas se basaban en la observación del cielo y las estrellas para contar el tiempo, aunque no era un método exacto. La posición de los planetas y las fases de la Luna se convirtieron en la referencia: cuando la Luna retornaba a la fase inicial de su órbita, el mes había terminado”. (Extracto del artículo “Historia de los calendarios” por Miriam Barchilón.
El pueblo de Israel debió tomar la instrucción divina y aplicarla a algún sistema de calendario con el que estuvieran familiarizados, tal vez el calendario solar egipcio; de acuerdo a Heródoto el calendario más exacto de la antigüedad, de 360 días dividido en 12 meses, más cinco días adicionales para cuadrarlo con el siclo solar. (El sitio web de The National Geographic / Historia, tiene un excelente artículo sobre este tema).
Sin embargo, me inclino a pensar que el pueblo judío se apegó al calendario lunar, en parte porque estaban dando la espalda a la idolatría de los egipcios (Se supone que uno de los dioses principales entre los egipcios era “Ra” el dios Sol); pero, por otro lado, dentro de las instrucciones dadas a Moisés se señaló la fiesta llamada “La fiesta de la luna nueva” como parámetro principal de medición.
Esa fiesta era caracterizada por sacrificios, ofrendas de granos y de bebidas que serían presentados en el Tabernáculo (en el desierto) y posteriormente en el altar del Templo (Véase Números 28:11-15; 29:2-5). La función principal de esta fiesta tiene todo que ver con la medición de los meses y el resto de las instrucciones para las fiestas solemnes.
En otras palabras, la luna nueva determinaba el inicio del mes y así sabrían cuando guardar los festivales del Señor. Por ejemplo, la Pascua era celebrada el decimocuarto día del mes primero (Éxodo 12:18), y la Fiesta de los Panes sin Levadura el decimoquinto día del mismo mes (véase Éxodo 12 y Levítico 23 como referencia para el resto de las fiestas). La Fiesta de la Trompetas era celebrada el primer día del séptimo mes, seguida por el Día de la Expiación en el día décimo, y la Fiesta de los Tabernáculos en el decimoquinto día del mismo mes.
Por lo tanto, debemos suponer que, para el pueblo de Israel la instrucción sobre guardar el “Sabbath” entró en vigor después de la primera fiesta de la luna nueva. Siendo ese día el primero de la semana, desde ahí contarían seis días y el séptimo se lo dedicarían a Dios. Tenemos entonces el nacimiento del primer “Sabbath” o día de reposo.
Me surgen entonces las siguientes dudas ¿Podemos estar seguros que la cuenta de los días se ha mantenido sin variación a lo largo de los siglos? En ocasiones vemos a Israel siendo exhortado por sus profetas por profanar el día de reposo (véase Ezequiel 20:16, 21, 24 y 28) ¿Guardaron los israelitas el día de reposo durante su cautiverio en Babilonia? ¿Cómo se interpreta Oseas 2:11 cuando la amenaza del cautiverio les quitaría toda costumbre religiosa y rutina de la vida diaria en el exilio? ¿Cómo mantenía el pueblo de Israel el séptimo día como día de reposo cuando se topaban con esas variaciones en las fases de la luna y tenían que añadirse días al calendario? ¿Cómo sabían el día que debían guardar cuando estuvieron bajo el dominio del imperio romano y las adecuaciones a los calendarios que se hicieron en el imperio?
Los calendarios han variado mucho al paso de los siglos, desde el calendario lunar al solar, pasamos del romano, al juliano y después al gregoriano; en todos esos siglos se han hecho ajustes y añadiduras de días a la medición de los meses, como al añadir un día cada cuatro años, en lo que hoy conocemos como el famoso año bisiesto. Por cierto, los orígenes del año bisiesto, se remontan al calendario juliano introducido por Julio César en el año 46 a.C.
Mi punto es el siguiente. El pueblo de Israel independientemente del calendario utilizado por el resto del mundo, obedeció el principio de guardar un día para honrar al dador del mandamiento. “Seis días trabajarás, pero en el séptimo día descansarás”. (Éxodo 34:21 LBLA)
Considero que el pueblo judío ha sido muy sabio en la determinación de honrar a Dios en este mandamiento, quizás más que muchos cristianos al tratarse de obedecer cualquiera de los otros diez. Pero considero que no se trata de cómo se llame el día sino del principio que encontramos en el mandamiento. El mandamiento textualmente dice que por cada seis días que laboremos, debemos dedicar uno para honrar y agradecer a Dios por el trabajo y que en este día debemos descansar.
No puedo tomar el tiempo para ahondar en la importancia del descanso, solo diré que las personas que periódicamente descansan un día de la semana, viven más, gozan de mayor salud y menos estrés. Estudios han llegado a la conclusión de que un día de descanso a la semana aumenta la productividad de los trabajadores. Pero el tema lo dejaré para otra ocasión.
Regresando al principio expuesto. El punto de la discusión para algunos, es que se debe guardar un día y no otro, cuando eso no es lo que dice el mandamiento. Por otro lado, algunos siempre descansan un día de la semana, pero no honran a Dios en ese día, ni siquiera lo reconocen, ni le agradecen por la vida, el trabajo, el salario y el descanso. Por lo tanto, tampoco están obedeciendo ese mandamiento.
Pensemos por un momento ¿De verdad Dios quiere que descanses? Sí. Pero por encima de eso, Dios quiere que le reconozcas. Ambas cosas pueden ir de la mano, descansar y agradecer por el descanso. Disfrutar de relajarse y reconocer quien me ha permitido ese día de asueto.
Guardar el día de descanso tiene que ver con la dinámica del trabajo y la compensación, ambos principios divinos y no ideas de algún régimen humano. Hablando de esto, se dice que el emperador Constantino fue quien determinó que fuera el domingo el día del Señor o dedicado a la adoración del Dios supremo de la nueva religión cristiana adoptada por el imperio.
A esto solo tenemos que decir lo siguiente, quizás el emperador Constantino el Grande ese 7 de marzo de 321 (A.D) al emitir un edicto declarando que el domingo tenía que ser el día de descanso, logró darles gusto a los cristianos y mantener un equilibro entre principios religiosos y el paganismo económico como lo afirman algunos historiadores.
Pero el hecho es que los cristianos ya llevaban 300 años celebrando la resurrección de Jesucristo el primer día de la semana. El emperador Constantino solo oficializó una costumbre de los inicios de la Iglesia Cristiana.
Los primeros creyentes de trasfondo judío, guardaban el “Sabbath” por sus usos y costumbres apegadas a la ley, pero también se reunirían el día siguiente, el primero de la semana en la celebración de la llamada “fiesta ágape” o comida del amor. Una comida de comunión cristiana, donde se recordaba la cena del Señor con el partimiento del pan. Una reunión para expresar “koinonía” (comunidad, comunión, partimiento del pan, amor fraternal) para celebrar la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Por último, el apóstol Pablo en su epístola a los romanos dice los siguiente: “Del mismo modo, algunos piensan que un día es más sagrado que otro, mientras que otros creen que todos los días son iguales. Cada uno debería estar plenamente convencido de que el día que elija es aceptable. Los que adoran al Señor un día en particular lo hacen para honrarlo a él. Los que comen toda clase de alimentos lo hacen para honrar al Señor, ya que le dan gracias a Dios antes de comer. Y los que se niegan a comer ciertos alimentos también quieren agradar al Señor y le dan gracias a Dios. Pues no vivimos para nosotros mismos ni morimos para nosotros mismos. Si vivimos, es para honrar al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor”. (Epístola a los Romanos 14:5-8 NTV)
Guardar el día del Señor no tiene que ver con lo que alguien dice que debe de ser, guardar un día para descansar y honrar a Dios (sea el día que sea) tiene que ver con el principio que Dios ha dado en su palabra. Como en la ciudad de Jerusalén, algunos guardarán el viernes, otros el sábado y otros el domingo. ¿Cuál es el día del Señor? El día en el que en tu descanso le honres y le reconozcas, como el que te ha dado todo, te sostiene, te ayuda en el trabajo y también te da el descanso.
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