Conocí a un hombre que piloteaba aviones, llegó a congregarse un tiempo en la iglesia donde trabajé en Uruapan, Michoacán. Creo que lo que más me asombra de esa profesión es volar con instrumentos, entre las nubes, donde no se ve nada.Y cuando pienso en las palabras del profeta Isaías "¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras...!" (64:1)
No puedo dejar de pensar en esas nubes abriéndose al paso de los aviones, rasgándose bajo el poder de las turbinas y el fuselaje de esas gigantescas naves.Es entonces cuando trato de imaginar como sería que Dios mismo apartara las nubes como se empuja una cortina y rasgando los cielos apareciera avanzando a grandes pasos hacia la tierra, hacia nuestra nación, hacia nuestras ciudades.
Tal vez ese era el clamor del profeta, mirando la condición de su pueblo y considerando que no había poder humano que diera solución a los problemas de su tiempo; el Espíritu Santo le inspiraba a levantar su voz en un ruego al cielo para que Dios interviniera.Pienso en ese profeta, le miro consternado, preocupado por su nación. Le miro cooperando con el Santo Espíritu para elevar esa súplica al que podía salvarlos. Pero su oración no es forzada, no es como una pesada tarea, no es una carga que alguien le obliga a llevar.
Por una parte está su propia condición de habitante de una ciudad asediada por enemigos, hay muerte y terror; el no es un super hombre, solo es alguien que sabe y conoce al único que puede venir en su ayuda.
Por otra parte está el Espíritu de Dios moviendo su corazón, inspirándole, depositando en el la fe, la confianza y la esperanza en la liberación venidera.
Creo que la iglesia mexicana también posee estas dos cosas, porque estamos consientes de nuestra situación y el Espíritu de Dios nos está llamando a levantar la voz. Para que nosotros también nos unamos a ese clamor del profeta por nuestra propia nación.
¡Oh Señor, si rompieras los cielos y descendieras a México!
Nuestra oración es que la iglesia cristiana en México clame a su Dios en una sola voz, sin importar denominaciones o diferencias de liturgia. México necesita los intercesores que como Isaías, Dios ha levantado para esta hora.
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