Muchas
personas tienen una opinión del rey Saúl bien definida (1º de Samuel 9 y
siguientes)
Para la
mayoría de los cristianos, el rey Saúl es el prototipo del hombre carnal,
desobediente, desleal, blasfemo, apostata, rebelde, obstinado, endemoniado; en
fin, lo peor de lo peor.
Es más,
nunca se habla de él en términos positivos, solo en términos negativos, un rey
malo, mal líder, mal hombre, mal padre.
Es la
ejemplificación clásica de todo lo que queremos evitar como cristianos; es más
fácil hacer referencia a David, Samuel, José o Pedro cuando queremos resaltar
valores o características de personas "buenas",
"ejemplares", modelos de vida y ética cristiana. En pocas palabras,
si quieres citar a una persona de fe y éxito, jamás pensarías en usar el
ejemplo del rey Saúl.
Pero a decir
verdad, tengo un problema con eso. Porque al leer la Biblia, a menudo pasamos
por alto algunos detalles y nos dejamos llevar por conclusiones precipitadas, o
por lo que otras personas nos dicen de como se debe interpretar un pasaje
bíblico.
La mayoría
de nosotros leemos la Biblia con ideas preconcebidas, prejuicios o con lo que
un maestro solía decir, un par de anteojos de interpretación personal.
Desgraciadamente
esto nos impide escuchar lo que la Biblia tiene que decirnos, porque a veces
pensamos que ya lo hemos escuchado todo.
Tal es el
caso de Saúl, hay mucho más en la vida de Saúl que la interpretación de un
papel de villano en la vida del rey David.
Hay mucho
que la Biblia tiene que decirnos al respecto, sobre todo porque como dice el
escritor bíblico, ha sido escrita para darnos ejemplo a nosotros.
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