El profeta Elías se enfrentó a uno de los peores reyes que gobernó sobre el pueblo de Dios en Israel[1]. Acab, un gobernante que no tuvo temor de Dios, hizo pecar a Israel de apostasía y ante los continuos llamados de Dios al arrepentimiento, este rey solo se endureció, o lo que es peor, se dejó manipular, ¿Por quién? …
Es el turno ahora de presentarte a una mujer de Sidón, se llama Jezabel, fue la esposa de Acab. Tal parece que el padre de Acab; un hombre llamado Omri, quiso hacer un tratado de libre comercio con Tiro y Sidón (puertos mercantes famosos y ricos). Estos tratados en la antigüedad se sellaban con una unión matrimonial entre los hijos de los que firmaban el tratado, así pues, Acab el hijo de Omri, y Jezabel la hija de Etbaal rey de los sidonios se casaron y con esto Israel se abrió al comercio con Sidón.
Esta unión trajo negocios y prosperidad al pueblo de Israel, de tal manera que la salud económica es característica de esta época; lo malo es que junto con las telas, los ungüentos y las especias, también entraron los ritos, las prácticas, los dioses falsos y los ídolos abominables que Dios había prohibido en Israel. Jezabel es la principal patrocinadora de estos cultos idólatras y no solo eso, ella comienza a matar sistemáticamente a los profetas de Dios que les llamaban al arrepentimiento.
Es el momento para la intervención divina; Dios levanta a su campeón, el profeta Elías para tratar con el asunto, pero ¿Cómo decirle a un pueblo que tiene los bolsillos llenos que están fuera de la voluntad de Dios, cuando ellos creen que su economía mejora gracias al favor de Dios? Solo hay una manera; una sequía de varios años, que provocará que el pueblo se vaya a la ruina. La sequía es devastadora, en Israel y sus alrededores el hambre está haciendo estragos en la gente que literalmente no tiene nada para comer.
Es el momento de presentarte a la segunda mujer de Sidón. Esta vez no se trata de una princesa, con decirte que ni su nombre sabemos. No sé porque la imagino vieja, encorvada y acabada. Tal vez porque era viuda y en momento en el que Elías la encuentra está recogiendo algunas ramas para preparar su última cena. Se van a dejar morir, no hay más alimento.
Esta mujer que había perdido toda esperanza pro lo que estaba atravesando se dio por vencida, dejó caer los brazos y su ánimo se fue al piso, en un sentido contempló un tipo de suicidio pasivo, dejarse morir.
En estas dos mujeres puedo contemplar dos actitudes muy diferentes, la actitud de Jezabel es prepotente, mandona, controladora, manipuladora, cruel, asesina, abusiva, ventajosa, que busca sacar provecho, etc. Por el otro lado, la actitud de la mujer de Sarepta es de derrota, de depresión, se dio por vencida, no quiere pelear más, fatalista, tristeza, etc.
Mientras meditaba en esto pude contemplar la situación que vive nuestro país y me preguntaba si acaso estas dos mujeres no reflejarían dos realidades que vemos todos los días en México.
Jezabel es sinónimo de maldad, destrucción, abuso de poder y estoy seguro que hubo muchos en Israel que seducidos por este poder fueron atraídos y se volvieron partidarios de esta política de terror.
Por otro lado la mujer viuda de Sarepta refleja la derrota, la tristeza, la desesperanza y la pobreza, la misma actitud que probablemente tenían muchos en esos días de sequía. Para que luchar, para que resistirse a un final que llegará sin importar lo que hagamos.
Por un momento pensé que tal vez en México tenemos un poco de ambos, los que seducidos por el poder, el dinero fácil y la maldad que llama a la concupiscencia de sus corazones, optan por el camino del abuso, el poder, la violencia. Pero también están los fatalistas, los desesperanzados, los que sufren y que pasivamente aguardan por su muerte.
Sin embargo, la historia bíblica no se queda ahí, porque ni triunfa el mal, ni la derrota, ni muerte son las que se llevan la victoria. La razón es la siguiente, hay un hombre de Dios, un varón que lleva un mensaje, una palabra de esperanza; un siervo de Dios que acompañado por el Espíritu de Dios es portador de la victoria, el triunfo de la misericordia de Dios y de su gracia.
Este hombre es el profeta Elías, camina en la dimensión del Espíritu de Dios, no se guía por las circunstancias sino por la palabra de Dios. Es llevado a la viuda para mostrar lo que Dios puede hacer en medio de situaciones adversas. Dios está a punto de manifestar su poder, un milagro de provisión para el profeta, para la viuda y para el hijo de esta mujer.
Pero al final de cuentas, mi pregunta es ¿Cuál es el perfil que deberían adoptar los hijos de Dios? ¿Con que actitud deberíamos identificarnos? ¿Acaso somos de los que se unen a los que buscan el poder sin importar los medios para obtenerlo? o ¿Somos de los que al considerar las circunstancias nos dejamos vencer por las mismas?
Creo que la respuesta es obvia, el creyente está llamado a una vida más alta; el creyente es llamado a caminar bajo la dirección del Espíritu Santo; el creyente está destinado a mostrar al mundo la gracia, la misericordia y el poder de Dios.
He escuchado mucho que estamos viviendo en tiempos como los de Elías, que Dios está levantando una generación que se identifica con Juan el Bautista (que vino en el espíritu y el poder de Elías) que preparó el camino al Salvador. Bueno, pues creo que es tiempo de hacer de esto una realidad, nuestro país lo necesita; así como Israel necesitaba del siervo de Dios, ¡México te necesita a ti, aquí y ahora!
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