Hace unos días escribí en mi Blog, ¿De verdad es posible el cambio?, pensando en estos días donde se habla de una #NuevaNormalidad y los ajustes que tenemos que hacer al respecto.
Aunque podríamos decir que es una tarea difícil, por supuesto que es posible. Pero hoy quiero continuar la conversación con otra pregunta: ¿Quién será el responsable de ese cambio?
Me viene esto a la cabeza porque hace algunos días leía sobre las personas que han mostrado la capacidad de hacer cambios radicales en su vida y adaptarse a lo nuevo; llámese nuevo trabajo, matrimonio, nueva escuela o lo que sea que demande de nosotros flexibilidad y adaptabilidad.
Aquí hay algunas cosas que son indispensables para lograr el cambio.
1. ¿Deseas hacerlo?
2. ¿Puedes visualizarte viviendo el resultado del mismo?
3. ¿Estas dispuesto a pagar el precio?
4. ¿Estás dispuesto a comprometerte con el a largo plazo?
Todos podemos cambiar, pero no cualquiera se compromete al cambio y lo lleva a cabo.
Algunos se ven forzados a realizarlo, pero se nota de lejos que no están a gusto y en ocasiones encuentras a los que nunca se acostumbraron a lo nuevo. Lo puedes detectar por la manera en que se expresan de cómo eran las cosas antes de que vinieran los cambios.
El cambio nunca ocurrirá si no deseas que ocurra, debe nacer en tu corazón y en tu mente como una realidad antes de que lo lleves a la práctica. Si no logras imaginarte viviendo en esa nueva realidad, es posible que el cambio te cueste aún más trabajo.
La Biblia está llena de ejemplos de personas que se adaptaron a nuevas realidades, nuevos roles, nuevas funciones, familias, circunstancias y entornos.
El pueblo de Israel en el desierto, nunca se acostumbró al cambio, (Éxodo 16:3; Números 11:15) sin embargo, Moisés ya había abrazado su nueva realidad, (Hechos 7:29-34) por eso era la persona más capaz para guiar a su pueblo en esa nueva vida.
Continuará....
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