Meditación
10/01/12
En el
segundo libro de las crónicas de los reyes de Judá está una hermosa oración del
rey Josafat[1].
Unos enemigos vinieron contra su reino; él proclamó ayuno en todo el reino e
hizo la oración que está registrada en estos versículos. Y literalmente dijo
casi al final de su oración: “¡No sabemos qué hacer!” [2]
¿No es
increíble que un rey se haya puesto en pié delante de todo su pueblo y haya
hecho una oración declarando estas palabras? “¡No sabemos qué hacer!” ¿Cómo
crees que se sintió el pueblo? ¿Qué pensaron los miembros de la corte? Todas
las miradas cayeron en esa persona, el líder de la nación y confiesa que no
sabe qué hacer.
Sin embargo,
ahí no acabó la oración, la siguiente frase dice “¡En ti hemos puesto nuestra
esperanza!”[3]
No hay nada
de malo en confesarle a Dios “No sé qué hacer…”, ¿Por qué no le dices? “Señor,
realmente no se que hacer…”
“…con mi
familia”
“…con mi
matrimonio”
“…con mis
hijos”
“…con mis
deudas”
De todas
maneras Él ya lo sabe. Necesitamos reconocer que no podemos solos, que nuestras
fuerzas no son suficientes.
Pero que tú
oración no termine allí, también necesitas decirle “¡Pero en ti he puesto mi
esperanza!”
Que este
tiempo de ayuno y oración sea para buscar dirección de parte de Dios, pon en él
tu esperanza.
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