Meditación
09/01/12
En el primer
libro de Samuel encontramos una de las primeras ocasiones en las que se
menciona el ayuno en la Biblia. Este pasaje dice que los hijos de Israel
buscaban con ansiedad al Señor, Samuel entonces les dijo «Si ustedes desean
volverse al Señor de todo corazón, desháganse de los dioses extranjeros y de
las imágenes de Astarté. Dedíquense totalmente a servir sólo al Señor, y él los
librará del poder de los filisteos.» [1]
Un ayuno
necesita comenzar con un corazón volviéndose a Dios, quitando aquello que
pudiera estar estorbando; cualquier cosa que le robe a Dios el primer lugar de
nuestro corazón.
El pasaje
sigue diciendo que los hijos de Israel echaron fuera todos los ídolos,
ayunaron, confesaron su pecado y sirvieron a Dios. Algo maravilloso de este
pasaje es que en ese momento sus enemigos decidieron atacarles y ¿Quién crees
que salió a defender a los Israelitas? ¡Dios mismo salió en su defensa!
Las grandes
victorias que te aguardan en Dios, comienzan con arrepentimiento, con la
búsqueda del rostro de Dios, desechando todo estorbo, confesando nuestras
faltas y sirviéndole de todo corazón.
Hay
victorias esperando por ti; es el tiempo, como dice el apóstol Pablo de ‘echar
mano de la vida eterna’[2].
Este es el
momento para volvernos a Dios con todo nuestro corazón.
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