En la primera parte mencioné la relación que había entre el apóstol Pablo y este joven pastor llamado Filemón, hablé del apóstol como más que un patrón para Filemón, más que un admirador de lo que este joven pastor había logrado y más que un padre para este ministro.
Sin embargo, aún hay cosas que le faltan a Filemón por aprender; pero el apóstol está aquí para enseñarle lo que solo los años de ministerio pueden enseñar. Aunque cada palabra del apóstol es una cátedra de ministerio, Pablo no solo se ocupa por el crecimiento profesional de Filemón. Ahora este asunto se vuelve más personal. El apóstol está a punto de pisar un terreno minado, con tal de encontrar lo mejor en lo profundo del corazón de su joven aprendiz. Pablo por dirección del Espíritu de Dios está embarcándose en la búsqueda del carácter de Jesucristo en el corazón de este ministro.
¿Qué está buscando Pablo? ¿Qué le va a solicitar a Filemón? ¿Considera el apóstol que aún hay lecciones por aprender para este exitoso joven pastor?
No conocemos a profundidad el asunto, pero podemos suponer que Onésimo tenía algún parentesco con Filemón, también sabemos que Onésimo tenía algún tipo de deuda para con Filemón y por último tal parece que Onésimo le prestaba algún tipo de servicio a Filemón, pero no cumplió con él. Tal vez debiéndole dinero llegaron a un acuerdo de servicio, pero tal relación fracasó. No sabemos porque Onésimo terminó en la cárcel, donde conoció a Pablo; pero si sabemos que el apóstol le condujo a los pies de Jesucristo y ahora está ocupándose de que se arreglen asuntos pendientes entre Filemón y Onésimo.
El recibimiento. Pablo espera que Filemón reciba a Onésimo; ya que Cristo nos ha recibido a todos nosotros como el padre al hijo prodigo, ¿Quiénes somos nosotros para no recibir a los que nos han ofendido? Onésimo vuelve a casa, y Pablo espera que encuentre el carácter de Cristo en los brazos de Filemón. No sé si esta carta iba en las manos de Onésimo, pero seguramente el apóstol previó con esperanza la reacción de su antiguo colaborador. Esperaba que Onésimo fuese recibido de vuelta al seno familiar, no nada más como hermano en la carne, pero ahora también como hermano en el Señor.
El perdón. No estamos seguros cuanto o que le debía Onésimo a Filemón, pero es seguro que cada unos de nosotros también compartíamos una deuda inmensa para con Dios, imposible de pagar. Jesucristo la pagó por nosotros y el apóstol está dispuesto a pagarla por Onésimo, pero ¿Se atrevería Filemón a cobrarle al apóstol? o ¿Siguiendo el ejemplo de Jesús, otorgaría el perdón a su pariente? Pablo supone que esto último es lo que ocurrirá, porque conoce el corazón de su antiguo discípulo, quien está en deuda con el apóstol, por el gran tesoro que le fue otorgado.
La segunda oportunidad. Ahora queda por ser tomada la última decisión por el joven pastor, ¿Le dará a Onésimo una segunda oportunidad? Porque ahora ya no regresa para servirle en la carne, sino para prestarle un servicio en el Señor, como se lo estaba prestando al apóstol en la prisión. Queda ahora la decisión en manos de Filemón, ¿En qué le defraudó? ¿Le tendrá confianza ahora para delegarle asuntos de la iglesia? Tal vez esta sería la decisión más difícil de las tres que debía hacer. En ese momento la predicación de Jesucristo sobre poner la otra mejilla dejaban de ser solamente palabras, para convertirse en acción.
Desgraciadamente no sabemos el desenlace de esta historia, no hay una segunda carta del apóstol Pablo a Filemón, tampoco una misiva que respondiera a esta epístola. No hay tampoco mención de Onésimo en los libros de historia de la iglesia, lo único que tenemos son las palabras de confianza del apóstol.
“Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo” Filemón 21
Continuará…
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