Estuve leyendo en cuanto al rey Ezequías y el gran avivamiento que hubo durante su reinado, es increíble lo que un hombre guiado por Dios pudo hacer en el corazón de toda una nación. Según 2º de crónicas capítulo 30 el rey determinó celebrar la pascua y envío una invitación a todo su reino (Judá) pero no solo eso, invitó también a tribus que estaban en el reino del norte (Israel) y la invitación decía lo siguiente:
«Israelitas, vuélvanse al Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva al remanente de ustedes, que escapó del poder de los reyes de Asiria. No sean como sus antepasados, ni como sus hermanos, que se rebelaron contra el Señor, Dios de sus antepasados. Por eso él los convirtió en objeto de burla, como ahora lo pueden ver. No sean tercos, como sus antepasados. Sométanse al Señor, y entren en su santuario, que él consagró para siempre. Sirvan al Señor su Dios, para que él retire su ardiente ira. Si se vuelven al Señor, sus hermanos y sus hijos serán tratados con benevolencia por aquellos que los tienen cautivos, y podrán regresar a esta tierra. El Señor su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará.»
2º Crónicas 30:6- 9 (NVI)
Me encanta la exhortación que hizo a su pueblo para buscar a Dios, “Vuélvanse al Señor”, no recriminándoles lo que han hecho, ni puso el dedo en la yaga, no les echó en cara sus pecados, sencillamente un llamado “vuélvanse”. En estas palabras yo escucho el clamor de Dios, la invitación que nos hace cada día a darle la espalda a todo lo demás y mirarle de frente a Él.
Pero observa bien, no fue un llamado a seguir a un Dios que ellos no conocieran, o un llamado a seguir a un Dios que quien sabe cómo les iba a tratar; ellos conocían a ese Dios y sabían que era bueno, fue el Dios de sus antepasados y el Dios que les había rescatado del poder de sus enemigos en el pasado, un Dios que era digno de ser servido. Hoy en día hay algunos que después de haber probado las bendiciones de su amor se han alejado, yo creo que el llamado es para ese tipo de personas; también para los que nunca le han conocido, pero especialmente para aquellos que habiéndole conocido se han alejado un poco de su amor.
Este era el Dios que los antepasados de los israelitas abandonaron a sabiendas de su misericordiosa mano sobre ellos, pero la generación en los días de Ezequías no tenía porque repetir los errores de sus padres, o sufrir las consecuencias de los mismos, el llamado era para buscarle, un llamado para cambiar la historia.
Me encanta el siguiente versículo, aquí está un poco de la diplomacia y delicadeza del rey Ezequías, en sus propias palabras “No sean tercos” (vrs. 8). Era una exhortación para no experimentar en su vida las consecuencias de la desobediencia que habían podido ver en la vida de sus padres. ¿Por qué rebelarse, porqué ser objeto de burla? Pudiendo gozar de su amor, ¿Por qué rechazarle?
Ezequías decidió entonces que era el momento de hablar de la recompensa, de asegurar una promesa si hacían lo que se les decía; el rey prometió que Dios (1) retiraría su ira, (2) sus hermanos e hijos serían tratados con benevolencia por quienes los tenían cautivos, (3) y aún serían liberados y regresados a su tierra; y finalmente la promesa más grande de todas (4) si se volvían a Dios, Dios jamás les abandonaría.
Pero eso no es todo, busca mañana la continuación de esta preciosa historia y la secuencia de los acontecimientos de uno de los avivamientos más grandes en la historia de Israel.
Continuará…
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