Ayer estuvimos meditábamos en los inicios de este gran avivamiento que cambió el rostro de una nación. El personaje principal fue el rey Ezequías, que haciendo un llamado a buscar a Dios, determinó llevar todo el proyecto hasta una satisfactoria conclusión. La reanudación de la fiesta de la pascua judía, no hubiera sido posible sin la intervención de su principal promotor, el rey Ezequías.
Pero la historia no termina aquí, por el contrario, esto se extenderá más allá de lo que el rey hubiera imaginado. El no está realmente consciente de lo que ha provocado, porque al llamar a una nación al arrepentimiento, a buscar a Dios y a celebrarle como es debido, estaba reconciliando a un pueblo con su Dios.
Y el testimonio de la escritura dice lo siguiente.
«Toda la asamblea de Judá estaba alegre, lo mismo que todos los sacerdotes, levitas y extranjeros que habían llegado de Israel, así como los que vivían en Judá. Desde la época de Salomón hijo de David, rey de Israel, no se había celebrado en Jerusalén una fiesta tan alegre. Después los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y el Señor los escuchó; su oración llegó hasta el cielo, el santo lugar donde Dios habita.»
2º Crónicas 30:25-27 (NVI)
Este acto de reconciliación trajo una alegría que se desbordaba en todas las personas, una celebración como no se había visto desde los días de Salomón el hombre más rico y sabio sobre la tierra.
Y lo más increíble es que la relación entre Dios y su pueblo quedó restablecida nuevamente, porque los sacerdotes y levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo y Dios escuchó esta oración. Me encanta la manera como el escritor bíblico enfatiza hasta donde llegaron las palabras de los sacerdotes, lo dice con tres frases “(1) hasta el cielo, (2) el lugar santo (3) donde Dios habita” en otras palabras, como diríamos en México “hasta la cocina” celestial.
Oh! Que grandiosos días estaban viviendo los hijos de Israel, no lo digo por el tremendo festival que hicieron, sino por lo que se logró en toda una nación por causa de un hombre sensible al corazón de Dios.
Mira por un momento lo que dice el versículo 1 del capítulo siguiente:
«Cuando terminó la fiesta, todos los israelitas que estaban allí recorrieron las ciudades de Judá para derribar las piedras sagradas y las imágenes de la diosa Aserá. También derribaron por completo los altares y los santuarios paganos que había en los territorios de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés. Después de eso, todos ellos regresaron a sus ciudades, cada uno a su propiedad.» 2º Crónicas 31:1 (NVI)
Ahora sí que “Lo que pasó en la fiesta, no se quedó en la fiesta”, porque al salir de esta, eran personas cambiadas, diferentes, con una determinación. Es más de lo que puedo decir de algunos congresos de jóvenes, donde todo se queda en emoción para un gran número de congresistas. Sin embargo, estos Israelitas llevaron su decisión más allá de las cuatro paredes de un templo, regresaron a sus hogares no sin antes hacer una limpieza general de todos los altares idolátricos en los territorios de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés.
Lo que ocurrió esos días en Jerusalén le cambió el rostro a la nación. Y todo comenzó por un hombre que dispuso en su corazón darle a Dios el lugar que le correspondía y ayudar al pueblo a comprender cuál era su lugar delante de Dios.
Fín.
Comentarios
Publicar un comentario